1978. N. 15.
Los primeros tres capítulos sorprenden un poco porque son
de un barroquismo casi ilegible. Hay que buscar uno de cada dos adjetivos en el
diccionario, si es que aparecen porque muchos son clara invención de Aub. Luego
la cosa se pone buena. En cuanto arrancan los diálogos, es otro libro. El
retrato de la Barcelona de justo antes de la guerra es buenísimo.
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